No muy lejos del suave azul del cielo y el azul intenso del mar, existen calles y bodegas con encanto dónde se puede saborear un buen vino sentado en un pequeño taburete contemplando las viejas barricas que lo guardan.
Cuentan las viejas leyendas de pescadores que muchos de ellos ponen a su barca el nombre de la mujer amada.El dueño de esta hace ya muchos años que nos dejó pero su vieja barca alguien la rescató para el recuerdo y la dejó varada al lado de un pinar quizás presintiendo la futura evolución de los pueblos de pescadores en terribles bloques de apartamentos.
Lejos del ruido de las playas y pueblos costeros que han cambiado el encanto de las casas de pescadores por comercios para la venta de artículos de regalo ante la masiva presencia del turismo,podemos encontrar jardines con árboles que vienen de China llenos de flores con todo tipo de colores y aromas de oriente.
Pequeñas flores en cuanto a tamaño pero grandes en colores y formas hacen del sur un lugar por dónde perderse buscando rincones tranquilos dónde andar poquito a poco saboreando y sintiendo su llamada.
2 comentarios:
Una delicia de entrada, Yuri, que mitiga el insoportable calor de la ciudad infernal. Gracias!
Es bonito aquel pueblo del sur, sobre todo por sus colores.
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